domingo, 25 de abril de 2010

El arte de conocer a un famoso

Una buena cámara de fotos, provisiones para aguantar horas y horas en los puntos estratégicos y, sobre todo, muchas ganas e ilusión es todo lo que hace falta para conseguir este objetivo. En esta ocasión no han sido ni Madrid ni Barcelona sino Málaga la ciudad que ha congregado a más famosos en los últimos ocho días. El motivo: la celebración de la 13ª Edición del Festival de Málaga de Cine Español que, por cierto, se clausuró ayer. Para lograr este fin, no hay que establecer diferencias de edad, sexo o condición social. Todos queríamos ver de cerca cómo son esos actores, directores... que admiramos por sus trabajos. Si no conocías a alguno de los privilegiados que verían la película en primera fila, daba igual, tú le gritabas para que se acercara a ti y le pudieras echar la foto de rigor. Todo vale para poder fardar luego con los amigos. En esta ocasión, no he podido disfrutar del Festival todo lo que me hubiera gustado pero sí he podido apreciar el cambio que experimenta la capital de la Costa del Sol cuando vive tan importante evento. Para empezar, cuando aún no gozaba del prestigio que ahora tiene, la archiconocida alfombra no era roja, como ahora, sino verde, y tampoco recorría algunas de la principales calles de la ciudad. Los famosos "photocall" sólo estaban dispuestos para que los famosos posaran en ellos. Sin embargo, ahora había muchos en las calles para quien quisiera retratarse con el mismo glamour. Estos son solo algunos ejemplos aunque se podrían citar muchos más. Por ponerle un "pero", he de decir que los famosos se han vuelto casi inacesibles y me explico. Antes paseabas por Málaga y en los bares y pubs podías encontrártelos, pero ahora se han "americanizado" (no sé si existe este concepto). Las "estrellas" ya acuden sólo a fiestas privadas, de esas a las que no puedes asistir si no llevas un vestido de 500 euros. Aún así, algunos permanecimos a la puerta como si fuésemos la fiel mascota esperando que nuestro dueño nos dé una pequeña recompensa por nuestra espera y paciencia. Una paradoja porque si nosotros no fuésemos al cine, ellos no podrían vivir de esto. Aún así, el Festival de Málaga cada vez se está haciendo más grande y eso repercute positivamente en la economía y en la oferta cultural. Por lo tanto, ¡larga vida al Festival y al cine español!

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