La otra cara de los curas

Quizás al titular así, algunos podréis decir que soy un poco exagerada o que meto a todos los sacerdotes en el mismo saco, pero es que las noticias sobre la vida privada de demasiados curas no deja de sorprenderme. El último caso seguro que lo conocéis todos: "Un sacerdote de Toledo ha sido cesado por gastar 17 mil euros de su parroquia en porno", según publica el Diario de León. El párroco gastaba su tiempo libre en ofrecer, además, sus servicios sexuales por internet y destinar el dinero recaudado en su iglesia (la casa de Dios como les diría a sus feligreses) en webs pornográficas y líneas eróticas. Cuando pienso que la Iglesia se tiene que modernizar, ni mucho menos considero que este sea el camino más adecuado. Creo que los asiduos a las parroquias en las que este joven cura leía y explicaba "la palabra de Dios" merecen una buena explicación. Se me ocurre, en este caso, aquello de "Haz lo que yo diga pero no lo que yo haga". Por otra parte, me llena de cólera recordar aquellos sermones que todos nos teníamos que tragar cuando nos formábamos para hacer la Primera Comunión o, hasta algunos, continuamos para recibir la Confirmación. Desconozco por completo si las Diócesis realizan un seguimiento de los párrocos para que confirmen su fé y sean honestos cuando aconsejan, ofrecen misa... En cierto modo, el que más y el que menos reconoce que la Iglesia está muy arcaica, con menos fieles cada día y queriendo volver a tener el protagonismo de antaño. No me cabe en la cabeza la idea de que ciertos partidos políticos puedan comulgar con lo que diga la Iglesia y la pongan como valuarte de sus ideas. Tampoco es de recibo que los que no se cansan de decir que hay que predicar con el ejemplo, salgan a la palestra por casos de abusos a menores o, en este caso, fraude. ¡Habrá que ver dónde destierran a este párroco! Me aventuro a decir que seguirá dentro de la Iglesia pero mucho más escondido. Ha demostrado que no es un ejemplo para nadie pero no sobran muchos sacerdotes.