lunes, 8 de febrero de 2010

Miedo en las aulas

Todos hemos pensado en numerosas ocasiones que ser profesor era la mejor y más cómoda manera de ganarse la vida. Sin embargo, una noticia que apareció publicada el pasado domingo en el Diario Jaén, merece otra reflexión bien distinta. Según reza el titular de la información, "El acoso a los docentes empieza a practicarse también en Primaria". Jaén se ha convertido en la segunda provincia andaluza que más veces necesitó de la ayuda y el asesoramiento del sindicato del ámbito docente (ANPE). En esta ocasión, sólo nos gana Sevilla. Durante los cinco primeros meses de este curso, los maestros jienenses han tenido que acudir en treinta ocasiones al Defensor del profesor para denunciar que han sido víctimas de algún tipo de acoso en su ámbito laboral. Lejos quedan ya las típicas e inocentes bromas que se les gastaba al profesor y que no pasaban de un mero raspapolvos para que los alumnos asumieran quien tenía autoridad en el aula. Ahora las nuevas tecnologías, en el que el móvil no se utiliza con fines para los que se ha creado, y la chulería y prepotencia de los pre-adolescentes (hablamos, en su mayoría, de niños de 11 ó 12 años) han convertido al docente en el principal atractivo de aquellos chicos que les interesa más ser los más populares de la clase, que aprender y forjarse un futuro. Mención aparte merecen los padres. Los considero los verdaderos culpables de estas situaciones. Es muy fácil arremeter contra los profesores cuando sus hijos no obtienen unos buenos resultados y les toca repetir curso. Pero aún hay más. No se trata de intensos enfrentamientos verbales sino que los alumnos llegan a intimidar al docente y a los padres no les tiembla el pulso si tienen que agredir al maestro (Afortunadamente se trata de casos aislados). Con este panorama, no sería descabellado que los futuros "profes" recibieran en las facultades clases de defensa personal o psicología para entender a los estudiantes y sus progenitores. Una paradoja ya que hace 50 años los profesores eran venerados en los pueblos y hasta imponían respeto en las clases mediante "reglazos" y tirones de orejas. El mundo al revés.

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